El mercado de cannabis evoluciona con un ritmo que pocas industrias. Basta con mirar las fotos de la copa High Times de 1977 para notar la diferencia entre aquellas flores de campeonato y las que ahora adornan cualquier dispensario. Desde Ámsterdam hasta San Diego y pasando por Tepito, las tecnologías que rodean el cultivo de cannabis han hecho que cada vez más personas puedan producir y acceder a flores de todos tamaños, colores y olores. En sus modalidades más modernas, algunas flores encontradas en el mercado prometen la certeza de saber qué porcentaje de sativa o índica contiene la flor, o incluso el tipo de efectos que producirá al ser consumida. Sin embargo, hay una gran diferencia entre comprar flores que se ven o prometen cierta calidad, y aquellas que realmente están cultivadas y curadas con los más altos estándares de cuidado.
Al ser una sustancia psicoactiva, por mucho tiempo el cannabis, su categorización y su calidad han sido derivadas al área de los sentidos, y por lo tanto al terreno de la subjetividad. Sin embargo, así como las tecnologías de cultivo han evolucionado también lo han hecho los sistemas de clasificación, marcando pautas comprobables y replicables para el análisis organoléptico de las flores, así como análisis químicos para conocer su contenido de cannabinoides y de terpenos (aquellos componentes que agregan sabor y olor a la planta).
Desde rúbricas para competencias cannábicas, hasta complejos análisis con cromatografías de gases, ya existen diversas maneras de analizar la calidad de las flores de cannabis. Revisamos la bibliografía más moderna y platicamos con expertos de cultivo para conocer algunas técnicas para saber si tu marihuana es de buena calidad.
Organoléptico
Las propiedades organolépticas son todas aquellas que pueden ser percibidas a través de los sentidos, como la textura, los colores, olores y sabores. De acuerdo con Miguel Hdp, un cultivador mexicano con más de 13 años de experiencia en el cultivo de cannabis, revisar las flores de marihuana a través de los sentidos es el primer análisis que debería realizar un consumidor, tanto por ser el más accesible como porque se pueden identificar virtudes y deficiencias del proceso de cultivo con un detenido.
“Mientras no exista un sistema estandarizado de clasificación, lo mejor que puede hacer el consumidor es revisar con sus sentidos las flores para saber si son de calidad”, menciona, y agrega que en los últimos años la calidad de flores a las que se puede acceder en México han aumentado considerablemente su nivel. “Es como seleccionar el mejor fruto. Donde lo primero que haces es revisar el aspecto visual para continuar con los demás sentidos”.
Como menciona Miguel, la clasificación organoléptica es utilizada tanto por los consumidores que quieren conocer a profundidad su yerba, así como en competiciones cannábicas en donde compiten los mejores cultivadores, y se divide en aspectos que son identificables a través de los diferentes sentidos:
Aspecto visual
Este es el primer aspecto a considerar al momento de analizar una flor de cannabis, debido a que puede arrojar respuestas como la cantidad de resina, la composición y la posible presencia de algún contaminante.
De acuerdo con Miguel, los aspectos más deseables al mirar una flor de cannabis es que la superficie esté cubierta con resina (a diferencia de aquellas en donde hay una cobertura esporádica), que se vea compacta, que no tenga presencia de bichos o moho —que se puede apreciar como un polvo blanco con menos brillo que los tricomas que conforman la resina—. De la misma manera, al hacer una observación detallada, lo ideal es que el grado de maduración de los tricomas se encuentre entre un 30 y 70 por ciento. Esto quiere decir que las cabezas glandulares de la resina deben tener un color entre el ámbar y el blanco. Cuando los tricomas no han madurado, su coloración es translúcida, mientras que un tricoma maduro se torna ámbar. La baja maduración produce efectos mentales y eufóricos, mientras que una maduración marcada genera efectos corporales y sedantes.
Del mismo modo, dentro de los aspectos que pueden delatar una mala cosecha a partir de un análisis visual se encuentra un mal trimmeado (la presencia de hojas y ramas ajenas al cogollo), que la marihuana se vea vieja y descolorida, frágil, o con muestras visibles de contaminación, como insectos atorados en la flor, hongo en medio del cáliz, polvo en los cogollos, o visible podredumbre.
Tacto
Otro aspecto que se puede revisar es la textura del cogollo. Miguel cuenta que al sostener un cogollo con las manos se pueden conocer aspectos tanto del cultivo como del curado. Por ejemplo, menciona, hay cogollos que se destruyen en cuanto los tocas, eso significa que tuvieron un mal curado y por lo tanto están muy secos. Un buen curado, continua, deja un cogollo con una consistencia esponjosa; es decir, que puedas apretarlo con los dedos pero que al liberarlo recupere su consistencia original. Cabe mencionar que las flores con mucha resina se sienten pegajosas al tacto, por lo que muchos consumidores optan por usar guantes al momento de revisar las flores.
Pero el tacto también puede ser un indicador del tipo de nutrientes que se utilizaron en el cultivo. Por lo general, los nutrientes de origen orgánico y aquellas plantas crecidas con pocos nutrientes tienden a producir cogollos un poco abiertos y esponjosos. Por el contrario, aquellos en donde se han utilizado nutrientes minerales o en exceso, los cogollos que produce la planta tienden a ser demasiado compactos, casi como piedra. Si la marihuana bien nutrida se sintiera como gomitas, aquella con excesos de minerales equivaldría a un caramelo macizo.
Olor
Una vez que se observó y se tocó la marihuana, lo siguiente es olerla para posteriormente fumarla. El objetivo de un buen curado, de acuerdo con Miguel, es que —además de secar la planta y darle la consistencia correcta— resalta los terpenos de cada genética, para producir olores característicos como el mirceno, limoneno, linalool, etcétera. En otras palabras, esto quiere decir que, al momento de oler una flor, esta debe tener olores más allá del olor a planta que caracteriza el cannabis, para mostrar tonos dulces, florales, a gas, entre otros. La combinación de terpenos y cannabinoides es lo que hace que una marihuana genere tal o cual efecto, por lo que al hacer pruebas visuales y de olor, un consumidor experto podría empezar a generarse una idea del efecto que tendrá una flor en particular, o si, por el contrario, no debería ser consumida.
Por el contrario, si la marihuana huele a planta, o se puede percibir el olor de humedad o moho, esto significa que la planta no fue bien curada e incluso podría ser dañina para el consumidor. El olor a rancio o encerrado suele indicar que las flores tienen un exceso de humedad y podrían estar generando hongos. Por otro lado, las flores que han sido secadas por demasiado tiempo pierden sus componentes aromáticos casi por completo, por lo que la planta es difícil de oler, o su olor es casi imperceptible.
Sabor
Finalmente, después de una minuciosa inspección de las flores, es momento de fumar. El consumo revela los últimos aspectos que pueden escapar a las anteriores pruebas. Aquella marihuana que fue cultivada y curada con buenos cuidados suele preservar el sabor de sus terpenos; por lo que el sabor al ser fumada es igual o muy similar al olor que desprende la flor. Además, el humo debe ser consistente pero no demasiado espeso, con textura, pero sin llegar a raspar la garganta. De acuerdo con Miguel, si se conoce el perfil de terpenos que tiene una genética, entonces se puede comparar lo ya conocido con el resultado particular de un cultivo. De lo contrario, se busca encontrar el perfil de terpenos para hacer una apreciación personal de cada flor.
Entre los aspectos no deseables al fumar marihuana están aquellos que surgen de una mala nutrición y un mal curado. El mal curado por lo general se percibe como un exceso de clorofila, que produce un sabor amargo en los extremos posteriores de la lengua. Por otro lado, de acuerdo con Miguel, el mal curado puede generar comezón en la garganta, y en caso de que la marihuana contenga algún hongo, se produce un sentimiento de picor en los pulmones, un indicador de que esa marihuana no debería ser consumida.
Ceniza
Una marihuana bien cultivada y bien curada produce una ceniza blanca. Sin embargo, de acuerdo con Miguel, hay diferentes maneras de producir una ceniza blanca además de hacer un cultivo perfecto. Esto en ocasiones significa el uso de productos blanqueadores y otros trucos para generar este indicador. En otras palabras, es mejor confiar en el resto de las pruebas que buscar en la ceniza un indicador de calidad.
Cromatografías
En un esfuerzo por llevar el análisis de cannabis a niveles científicos y objetivos han surgido diferentes pruebas adaptadas para conocer la composición química y molecular de las flores y extractos de cannabis. Estas pruebas se han modificado de aquellas que se hacen a frutos y vegetales para identificar la presencia de pesticidas, metales pesados y otros contaminantes, Sin embargo, también se han especializado para encontrar el porcentaje preciso que tiene una cepa de THC, CBD y otros cannabinoides, así como el porcentaje de humedad y la presencia de diferentes terpenos. Sin embargo, estas pruebas suelen ser costosas y por lo general son utilizadas por los productores que generan grandes lotes más que por usuarios que quieren explorar una flor. Las pruebas químicas más comunes realizadas en cannabis son las cromatografías, y existen de diferentes tipos:
Cromatografía de capa fina
Para este tipo de análisis se toma una muestra de la materia vegetal para posteriormente ser disuelta en un químico. Este, a su vez, es puesto en contacto con otra solución para posteriormente ser colocados en un trozo de material similar al papel, en donde se descompone la solución para mostrar diferentes espectros de colores a lo largo de la tira de papel. Estos colores representan los principales cannabinoides, así como la presencia de clorofila y otros compuestos de la planta. El área que se marca de distintos colores es medida para saber la cantidad aproximada de cada compuesto encontrado en la muestra. Estas pruebas pueden hacerse de manera casera y existen kits para que cultivadores o consumidores puedan realizar pruebas a sus cogollos, mientras que realizar una prueba por lo general cuesta entre 700 y mil pesos.
Cromatografía líquida de alta presión
En un nivel más complejo se encuentra la cromatografía líquida de alta presión. Para realizar esta prueba se necesita una máquina especializada, con diferentes módulos, cuya función es descomponer una muestra para bombardearla con luz y crear un espectro que revele la presencia y porcentajes de diferentes compuestos. Estos resultados son mucho más precisos que la cromatografía de capa fina, además de que puede analizar la presencia de alrededor de 25 cannabinoides. Este tipo de pruebas suelen ser más caras, y para realizarlas se necesita contratar un laboratorio que cuente con estos equipos que además pueden llegar a costar un par de millones de pesos, mientras que el costo de un análisis se encuentra por lo general entre los 2mil y 3mil pesos.
Cromatografía de gases
Este es el análisis más complejo, y también el más caro. En una máquina más grande y más costosa que aquella de líquidos de alta presión, se coloca una muestra de la materia vegetal dentro de una cámara. Ahí, la muestra es rociada con aire para desprender los compuestos que contiene. Estos compuestos son separados y analizados, para buscar la presencia de más de 100 cannabinoides, así como terpenos, flavonoides y por supuesto pesticidas y metales pesados. Estas pruebas suelen costar más de 20 mil pesos y por lo general son usadas por los productores con grandes lotes que serán ocupados con fines científicos y medicinales.
En busca de un estándar de calidad
A finales de los años ochenta, Canadá estableció un nivel de graduación del cannabis que clasificaba los productos de una a cuatro As, en donde una A indica que se trata de la marihuana de peor calidad, como los residuos de flores usadas para extracción o también aquella conocida como prensada; AA que se refiere a la marihuana regular, crecida en exterior, fumable pero nada especial; AAA, que solía ser el más alto estándar hace 20 años, y refiere a marihuana bien cultivada y bien manicurada; y AAAA, que hace referencia a la marihuana sibarita o “top shelf” que tiene niveles extremos de cuidado y se vende por contactos o a precios muy superiores que aquellas yerbas encontradas con distribuidores o dispensarios; esta yerba tiene olores y sabores penetrantes, así como una buena textura, quemado y efectos placenteros. Sin embargo, aunque este es un sistema establecido, es poco usado en otras partes del mundo debido a que ya existen maneras más fidedignas de aproximarse a la calidad del cannabis.
De acuerdo con Miguel, con los avances en ciencia, pero también a nivel social que ha habido alrededor del cannabis, es más que posible llegar a un sistema estandarizado para el control de calidad. En este sistema, asegura, lo primero que se debe considerar es la presencia de pesticidas, metales pesados y residuos de nutrientes minerales, ya que son estos factores que pueden poner en riesgo la salud del consumidor promedio. Posteriormente habría que fijar estándares de calidad para los cannabinoides, terpenos y flavonoides, que tienen que ver más con preferencias que con salud.
En conclusión, con los avances que día con día hay en torno a la marihuana, es posible que cada vez contemos con más herramientas para analizar nuestros cultivos y las flores que consumimos. Aun así, más allá de la objetividad lograble a través de pruebas de laboratorio, gran parte del rito del cannabis se basa en disfrutar el porro, por lo que algunos consumidores preferirán una cepa sobre otra que quizá sea científicamente mejor. Por eso, lo más recomendable siempre es contar con la mayor
cantidad de información posible, para poder llevar a cabo pruebas organolépticas y encontr
ar la mota que más se adecúe a los gustos personales o para identificar contaminantes y peligros incluso cuando no hay laboratorios cercanos. En otras palabras, lo mejor es experimentar.
JOTVOX
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